La vida en comunidad puede parecer mas compleja pero en verdad facilita muchas cosas, las hace mas sostenibles y aporta una satisfacción emocional más completa que la vida individual, en pareja o familia. Los seres humanos hemos vivido y evolucionado en sociedades comunales o comunitarias, como se puede extraer de los estudios de Piort Kropotkin, Almudena Hernando, Silvia Federici, Pierre Clastres… no sólo en Europa, sino que en todo el planeta, las sociedades comunitarias cooperativas se servían del apoyo mutuo y la solidaridad para tejer un entramado social mas resiliente y ecológico.
No en vano aquellas zonas donde el individualismo y la jerarquización estatal llegaron en épocas mas recientes (África, América, algunos lugares de Asia) el ecosistema y el bienestar social humano se conservaron mas cuidados. ¿Por qué sucede esto? Podríamos preguntarnos, y la respuesta podría ser tan compleja y diversa como voces existan, pero sin duda al construir de forma colectiva, al cocinar de forma colectiva, al utilizar recursos y maquinarias de forma colectiva… el gasto de todas estas cosas disminuye frente al consumo individual. ¿Cómo afecta la vida en grupo a las relaciones? Cierto es que es necesario aportar energía al proceso de aprendizaje de vivir en colectivo, hemos perdido esa cultura, pero llevamos inserto el código necesario para desarrollar rápidamente formas relacionales colectivas. Los seres humanos somos por definición animales sociales. Nuestra apuesta desde Hebra es recuperar este modelo de organización social tan revolucionario en nuestros días, como primario en nuestra base.
¿Por qué una vida en un entorno rural?
La vida en colectivo se potencia en simbiosis con la naturaleza. Un entorno rural nos ayuda a recuperar los ciclos circadianos que organizan la vida, nos permite autogestionarnos gran parte del alimento, nos ayuda a descansar al escuchar la música de la naturaleza y nos abre un mundo nuevo de posibilidades al extender la vista y ver horizonte en vez del siguiente edificio del gran panóptico llamado urbe.
La vida humana en los entornos rurales de la Península Ibérica está en vías de extinción, mientras las ciudades se atiborran de personas y basura como los grandes sumideros energéticos que son. En un territorio como el de la Comunidad de Madrid, simplemente imaginarse el coste del m2 para desarrollar un proyecto duradero de vida en colectivo, es un sueño imposible. Tal vez solo accesible para las clases altas. A las demás sólo nos permite el hacinamiento. En Hebra apostamos por una mirada rural, en la que el buen vivir (poniendo la vida en el centro) se contraponga al modelo de consumo capitalista.
¿Cómo queremos construir una vivienda comunitaria?
Desde Hebra queremos adquirir o construir un espacio donde hacer vida colectiva, por ese motivo buscamos un espacio en un entorno rural en el cual podamos habitar este modelo de convivencia. Pensamos en espacios personales donde poder tener satisfecha nuestra intimidad individual y espacios comunes donde compartir el resto de la vida, cocinar, comer, hacer formaciones, difundir ideas, combatir la apatía, el aburrimiento, la soledad y el ostracismo al que la sociedad actual nos ha llevado… ¿y por qué no? construir ese nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones.
¿Qué ventajas tiene la vida en colectivo?
Una ventaja es en cuanto al tiempo: se puede optimizar si se organiza de forma comunitaria. Cuando vives solx cocinas 2 veces al día, mientras que organizándonos comunitariamente puede que te toque cocinar sólo una vez por semana, y así con el resto de tareas para la reproducción de la vida (limpieza, cuidados, compras, tareas huerta…).
Otra ventaja es en cuanto a los recursos y el dinero: se gasta menos si se compran utensilios de uso común, o se colectivizan las herramientas que tenemos y usamos de forma puntual (taladros, maquinas de coser, electrodomésticos, coches…) De esta forma invertimos de manera mas sostenible e inteligente. Ahorramos dinero y recursos al planeta también. Los espacios individuales pueden ser mas pequeños porque crecen los espacios comunes como lavandería, cocina industrial, biblioteca, huerta, talleres, comedor… de esta forma también el espacio donde realizamos estas tareas, a veces de forma individual, están mejor equipadas de lo que estarían en una vivienda individual-familiar.
El impacto ecológico se reduce drásticamente al consumir menos desechables y reutilizarlos entre varias personas; también la eficiencia energética se optimiza y posibilita una más eficiente organización y planificación del consumo (cuando calientas lo haces para varias personas, cuando cocinas, cuando enciendes una luz…)
La ventaja más importante es recuperar la fuerza del grupo, somos animales sociales y esto es lo que durante miles de años nos ha permitido sobrevivir. Un grupo organizado tiene más capacidad que la suma de sus partes por separado. Cuando vivimos en comunidad habitamos una diversidad que nos enriquece con diferentes puntos de vista, diferentes gustos y diferentes conocimientos. En la conjunción de las diferencias podemos crecer y afrontar con más creatividad las dificultades. Por otro lado, te vuelves parte de una red que te sostiene si pierdes el trabajo, si te enfermas, si necesitas reparar algo… o si tienes cualquier dificultad personal.
Qué nos diferencia de otros proyectos de compra de vivienda en colectivo?
Hebra lleva años pensando de qué forma compartir la vida en colectivo y nos distanciamos de aquellos proyectos que sólo buscan construir una vivienda entre muchas personas para adecuarse a los gustos del grupo, pero que pretenden continuar con un proyecto individualizado de vecinas propietarias, que siguen alimentando el modelo social imperante. En Hebra realizamos encuentros periódicos para conocernos, aprender y desaprender. En Hebra le damos importancia a un modelo de economía compartida que potencie la red comunitaria y genere sinergias entre las personas que la componen. Nos gustaría llegar a poder vivir de forma comunitaria, asamblearia y autogestionada, alejándonos lo mas posible del trabajo asalariado que esclaviza nuestra vida. Deseamos un proyecto en el que los cuidados y la vida puedan estar en el centro. Queremos que Hebra sea un proyecto reproducible y que el camino que realicemos pueda ser emprendido por otras personas que deseen este cambio. Otro mundo es Posible.